Jesús mira por encima de la multitud que se reúne para escucharlo hablar. Pero en vez de hablarle a las masas, se voltea hacia sus discípulos. Los alienta para el viaje porvenir. Les asegura que están bendecidos cuando la gente los odia, los rechaza, los insulta, y que son malos por seguir a Jesús. Los alienta a ser felices y bailar con alegría cuando eso suceda. Pues habrá una gran recompensa para ellos en el cielo. Y luego les recuerda que sus ancestros actuaron de la misma manera hacia los profetas.