Jesús se sube a un bote y le dice a Sus discípulos que deberían ir todos al otro lado del lago. Jesús se duerme en el camino. Una tormenta comienza a soplar. Las olas se elevan sobre la proa y agua comienza a entrar al bote. Todo ese tiempo Jesús sigue dormido. Los discípulos resisten e intentan mantener el bote aflote. Finalmente, Pedro le implora a Jesús quien aún está durmiendo. Le dice a Jesús que el bote se está inundando y que se ahogarán. Jesús se levanta y extiende una mano hacia la tormenta. La tormenta se disipa y los mares se tranquilizan inmediatamente.