Jesús y los discípulos continúan caminando por el campo. Y una gran multitud los sigue. Pedro se acerca y le pide a Jesús que se deshaga de la gente. Desea que encuentren comida y donde dormir en granjas y aldeas locales. Jesús mira hacia atrás y ve al grupo de personas. Ellos quieren escuchar de Jesús y se han sacrificado para estar ahí. Jesús considera eso y les dice a los discípulos que alimenten a la gente. María Magdalena señala que tan sólo tienen unos cuantos pedazos de pan y dos pescados. Jesús toma las canastas y le proclama a los cielos y a la gente, "Bendito es el Señor Dios, Rey del Universo que nos trae pan de la tierra."