Jesús enseña desde un barco en la costa del Lago Genesaret. Habla en parábolas, dando el ejemplo de un Fariseo y un cobrador de impuestos que van al templo a orar. Ambos hombres oran muy diferente. El Fariseo de la historia se para solo y nombra sus atributos respetables. Le agradece a Dios que no es ambicioso, deshonesto o adultero como todos los demás. Le nombra específicamente al cobrador de impuestos y le agradece a Dios el no ser como él. El Fariseo le dice audazmente a Dios lo que hace: hace ayuno dos días a la semana y da un diezmo de sus ingresos. El cobrador de impuestos se para a una distancia del altar. Con la cabeza agachada se golpea en el pecho. Lo único que dice en la oración es, "¡Dios, ten misericordia de mí, un pecador!"