María Magdalena entra apresurada a un cuarto lleno de discípulos. Les dice a los hombres que la piedra ha sido rodada y abierta. Y que cuando ella y otras entraron a la tumba, el cuerpo no estaba. Juana habla de los ángeles. Cuenta que habían dos hombres brillando. Y les dijeron a las mujeres que no buscaran a los vivos entre los muertos. Pedro se apresura hacia la tumba. Entra de prisa y camina directo a la loza. Pero no hay ningún cuerpo. Tan sólo está el lino. Se arrodilla y lo agarra. Lo explora, buscando. Pero después de un momento se detiene. Éste suspira y baja la cabeza.