Al estilo ánime, un prisionero ve a Jesús ser azotado en el patio de Pilato. En ese momento recuerda a Jesús enseñando y se pregunta por qué están lastimando a un hombre inocente. Horrorizado, recuerda su propio crimen. Las multitudes en el patio gritan que Jesús sea crucificado. El ladrón, otro hombre, y Jesús reciben las vigas de madera para sus cruces y marchan hacia Gólgota. Llegan y son clavados a través de sus muñecas. Cada hombre es colgado de una cruz, sus pies son clavados a una placa de madera. Nuestro ladrón declara que Jesús es el Mesías y le pide a Jesús que lo recuerde. Jesús le promete que estarán juntos en el paraíso ese día. Una gran tormenta abruma la colina y Jesús muere. El ladrón fallece con un jadeo y ve a Jesús en un lugar hermoso.